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jueves, 13 de marzo de 2014

EL DOCENTE DEBE DUDAR METÓDICAMENTE

Cualquier docente al ejercer su tarea vive la misma de una forma poliédrica. Es indiscutible que el alumnado pretende recoger frutos palpables de su profesor, esto es, un aprendizaje o una transferencia de resultados. Sin embargo, esta versión clásica de la docencia es cuanto menos limitada. El docente no es un mero transmisor de conocimientos, sino que cumple otros roles de crucial importancia para el buen desarrollo de su tarea.

El docente es un canalizador del ambiente de clase y debe propiciar en todo momento la fluidez y riqueza de la comunicación. En un ambiente concentrado, pero al mismo tiempo distendido, el diálogo encuentra mejores posibilidades para una retroalimentación en el proceso educativo.

Además, el docente debe buscar cuantas herramientas tenga en su mano para guiar al alumno en pos de los objetivos perseguidos. Es cierto que hay ocasiones en que el discente dificulta enormemente la tarea. Pero también hay otras ocasiones en que pretendemos amoldar a todos los alumnos a unas rutinas acomodaticias y muy cerradas. Cada alumno es un mundo y para esa diversidad debemos buscar un abanico de posibilidades. Si pretendemos alcanzar unos objetivos en el aprendizaje las herramientas utilizadas pueden ser múltiples siempre que, al final, alcancemos la meta diseñada.

Lo que hemos expresado es, si cabe, más fácilmente aplicable a las disciplinas musicales, sobre todo en asignaturas impartidas individualmente o en grupos muy reducidos. . El conservatorio como centro de élite acabó hace mucho tiempo y debemos emplearnos a fondo con cuantos alumnos nos lleguen, cada uno con sus posibilidades y consiguiendo como norma general de todos ellos que su experiencia musical sea enriquecedora y formativa.

Al igual que conviene reducir el número de casos de lo que llamo "alumnos-inercia", debemos limitar nuestros comportamientos-inercia. Entiendo que la mejor forma de no caer en estos comportamientos inerciales consiste en ejercer un permanente proceso de autoevaluación, así como un permanente proceso de investigación-acción. El aula es un espacio idóneo para bosquejar modificaciones correctivas sobre las herramientas utilizadas, máxime cuando en muchas ocasiones estamos trabajando con un número muy limitado de alumnos. Esta investigación-acción parte de una premisa insoslayable: el docente debe establecerse en la duda metódica y renunciar a posiciones dogmáticas. Las teorías de la investigación-acción son idóneas para las disciplinas musicales por focalizar el proceso educativo en los discentes. Conviene subrayar algunos aspectos de la action research:

– Qué: se investiga la práctica educativa.

– Quién: los investigadores no son especialistas ajenos al proceso educativo, sino que los propios docentes son investigadores para dejar de ser objeto de la investigación.

– Para qué: con la intención de mejorar la práctica educativa a partir de unos valores educativos concretos.

Pese a que pueda pensarse que esta perspectiva del docente minimiza su autoridad, estimo que, más bien al contrario, potencia precisamente sus perfiles, ya que la autoridad se basa en la capacidad para resolver situaciones de aula. La autoridad es el liderazgo para empeñarse y comprometerse en el trabajo con todos los alumnos y no sólo para hacerlo con aquellos que están especialmente dotados. La autoridad es el liderazgo para convertir a alumnos grises en solventes, para conseguir que los alumnos-inercia se conviertan en alumnos comprometidos, para generalizar entre sus discentes el aprecio por las artes musicales. La autoridad es, en definitiva, la capacidad metodológica del docente para encontrar nuevas vías que involucren al alumnado, para hacerlos partícipes de una experiencia formativa única.

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